Mi historia ha tenido final feliz: a mediados de agosto me incorporo como desarrollador a una empresa genial.
He contado los avatares de esta historia en dos artículos (éste y éste). Justo en el anterior hablaba acerca de algunos de los rechazos y cómo el proceso de búsqueda parecía un poco estancado y empezaba a reclamar algún tipo de cambio en mi estrategia.
Sin embargo, poco después volvió a darse un acelerón. Surgieron nuevas posibilidades y tuve más entrevistas. Y en una de ellas comencé a avanzar en los pasos del proceso, y a avanzar, y a avanzar… hasta llegar a la meta. :-)
Supón por un momento que haces a alguien un comentario más o menos gracioso en Twitter que te lleva a comentar que estás buscando trabajo, que la persona con la que hablas te comenta que contactes con un par de conocidos por si tienen vacantes y que uno de esos conocidos te propone entrar en una de sus selecciones.
Ahora imagina que contestas y que el día 4 de junio envías tu currículum. A continuación, imagina que a los tres días te llaman para concertar una entrevista vía Skype, que se celebrará el viernes. ¿Te sitúas? Vale. Pues ahora imagina que trabajas en un colegio, que te han llamado justo cuando los alumnos de la ESO están subiendo del recreo con el jolgorio habitual y que no te enteras del todo de cómo va a ser la entrevista (y das gracias de haber anotado bien el día y la hora).
Bien. Ese mismo viernes (cinco días después de enviar el CV) es la entrevista. Comienza por una persona de Recursos Humanos de la empresa y discurre muy bien, hasta que te dicen: ahora te voy a pasar con nuestro CTO que te va a hacer la entrevista técnica.
– ¿Cómorrrlggg? – piensas, mientras dices – ¡Ah, genial! Estupendo.
Pero llega el CTO y te empieza a preguntar por SOLID, por code smells y cómo los identificarías y corregirías, por patrones de diseño OOP y cosas por el estilo. Y luego imagina que te dice que estás muy bien en esos temas y que te va a mandar una prueba técnica para que hagas en casa cuando tengas un rato que dedicarle.
Imagina esta vez que recibes la prueba, que la abres y piensas: “esto lo puedo bordar” y te pones a ello, sin agobios, TDD y adelante. Imagina que el domingo por la noche decides que envías la prueba y lo haces.
Sigue imaginando: imagina que el lunes (estamos a 12 de junio) te llaman para decirte que “– Oye, nos ha gustado mucho tu prueba. Queremos que te entrevistes este miércoles con el Jefe de equipo y parte del equipo con el que trabajarías”. Imagina ahora que el 14 de junio te entrevistas con cinco personas, te preguntan, preguntas, te dan una lista de cosas que ir mirando y que te dicen: “Danos un minuto y te decimos algo”. Imagina que pasa el minuto y te dicen: “– Nos gustas. Por nosotros, que vengas.”
Y esa misma tarde te llaman para decirte: “– Solo nos queda un paso. Por nuestra parte te ofreceríamos tal y cuál. Si nos dices que sí, vienes por aquí para tener una última entrevista presencial”. Y ahora supón que contestas que sí y organizáis una visita a las oficinas de la empresa.
Y, finalmente, supón que después de coordinar fechas te plantas allí, a la hora convenida. Que saludas a esas personas que conociste a través de Skype o del teléfono, que te enseñan las instalaciones, habláis acerca de lo que te ofrecen, de la impresión que tienes, del futuro que se te abre. Imagina que, encima, te sientes a gusto, te imaginas en ese lugar, trabajando con esas personas que te acogen.
Imagina que después de este último test, te hacen una oferta formal para que trabajes allí. Pues ahora imagina que dices que sí.
Y, ahora imagina que después de llamar a casa y contar las buenas noticias, te sientas, a solas, en la habitación del hotel, y que piensas en lo que acaba de pasar. Imagina que piensas en lo que has conseguido después de tantos años, cuando sentías que te habías equivocado en un montón de cosas y que tu vida profesional no iba a ninguna parte, que con tu edad y tu experiencia no se abriría ninguna puerta, que el esfuerzo que hacías no tenía ningún sentido.
Imagínate lo que es sentir eso.
:-)